Si bien el teletrabajo no es un fenómeno nuevo, en el contexto de la pandemia por COVID-19, y asociado a las medidas de confinamiento implementadas para reducir los contagios, esta modalidad de trabajo aumentó significativamente en los países de América Latina, al igual que en el resto del mundo. El teletrabajo facilitó la continuidad de ciertas actividades económicas, consecuentemente la relación laboral, lo cual resultó de particular importancia teniendo en cuenta el fuerte impacto negativo de la crisis en los mercados de trabajo.
En Estados Unidos y Europa el teletrabajo es ampliamente utilizado desde hace más de 15 años y en América Latina su introducción es reciente; no obstante, en Perú era poco conocido y mucho menos empleado. Este artículo, busca informar al lector sobre el significado, alcance, beneficios y riesgos del teletrabajo, a fin de evaluar el costo / beneficio de su implementación.
Los orígenes históricos del teletrabajo se remontan casi medio siglo atrás, la primera vez que comenzó a hablarse del trabajo a distancia como una opción viable y ventajosa fue por los primeros años de la década del 70, cuando la crisis del petróleo provocaba severos estragos en la economía de los países de occidente; los problemas para el abastecimiento de combustible y el tremendo ascenso de sus precios llevaron a pensar entonces que podría ser una buena idea “llevar el trabajo al trabajador en lugar del trabajador al trabajo”. Menos desplazamientos del domicilio a la oficina llevarían necesariamente a la drástica reducción del consumo de carburantes, en un mercado fuertemente marcado por la escasez de petróleo y de sus derivados. En aquel tiempo, el uso de las redes de telecomunicaciones se encontraba restringido al ámbito militar y estaba lejos del alcance de casi todas las organizaciones y hogares. A ello se sumaba el elevado coste que entonces tenían los equipos de procesamiento de datos y el desconocimiento de su uso y aplicación profesional para la inmensa mayoría de la población (Tomado de la web psicología y mente 20/07/2021).
En la actualidad, considerando que las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) se han convertido en la herramienta primordial de las organizaciones para hacerse más competitivas y productivas, el teletrabajo es una opción muy atractiva para las organizaciones que buscan profesionales de alto nivel que puedan generar valor en los servicios que prestan a sus clientes, minimizando los costos que ello implica.
Estas ideas son reforzadas por Civit y March (2000:2), en su libro Implantación del teletrabajo en la empresa; al hacer referencia a palabras de Alvin Toffler: “una nueva civilización está emergiendo en nuestras vidas, y hombres ciegos están intentando en todas partes sofocarla. Esta nueva civilización trae consigo nuevos estilos familiares; formas distintas de trabajar, amar y vivir; una nueva economía; nuevos conflictos políticos; y más allá de todo esto, una conciencia modificada también.” Esto da a entender, que no se puede pensar en mantener estructuras estáticas y rígidas en las sociedades, debido a que existen cambios fundamentales en las actividades diarias y cotidianas que forman parte del ser humano; parte de los cambios de esta nueva civilización, está fundamentada en el uso de las TIC como elemento distintivo, en específico, el uso de internet como elemento iniciador de los cambios sociales, individuales, organizacionales, políticos, entre otros.
Pero ¿Qué es el teletrabajo?
De acuerdo al ”Documento Temático para el Foro de diálogo mundial sobre las dificultades y oportunidades del teletrabajo para los trabajadores y empleadores en los sectores de tecnología de la información y las comunicaciones y financieros” publicado por la OIT (Ginebra, 24-26 de octubre de 2016), el teletrabajo se define como: “Una forma de organización y/o de realización del trabajo utilizando las tecnologías de la información, en el marco de un contrato o de una relación laboral, en la que un trabajo, que también habría podido realizarse en los locales del empresario, se ejecuta habitualmente fuera de esos locales”.
Entre los beneficios de un entorno de teletrabajo, en un mercado laboral tan competitivo como el actual donde las organizaciones deben adquirir una nueva visión del trabajo, se puede mencionar los siguientes beneficios a medio plazo:
- Flexibilidad organizativa: no es imprescindible que el teletrabajo se extienda al 100 por ciento de la jornada laboral en la totalidad de los días. De hecho, suele ser muy común la opción de trabajar algunos días de la semana o del mes en la oficina y el resto en el domicilio del profesional, con posibilidad de ir cambiando según las necesidades productivas o personales. Es un modelo flexible y adaptable. Además, trabajar a distancia es sinónimo de trabajo por objetivos y de mayor productividad. No se trata de cuántas horas están presentes en la oficina, sino de si logran o no satisfacer los objetivos que se proponen.
- Conciliación: trabajar en casa con horario flexible supone mayores oportunidades para compatibilizar la vida personal y familiar con un empleo, cualquiera que sea la situación del profesional. Eliminar el tiempo necesario para los desplazamientos o el que se emplea para vestirse y arreglarse antes de acudir a la oficina contribuye igualmente a aumentar la disponibilidad para conciliar.
- Reducción de gastos: por una parte, los profesionales ven reducidos sus gastos de desplazamiento al centro de trabajo, así como los relativos a indumentaria o alimentación fuera de casa. Las organizaciones también logran así recortar los gastos por alquiler o adquisición de oficinas, al precisar menos espacio para alojar los puestos de trabajo, reducción de los gastos de mantenimiento de inmuebles, consumos energéticos, seguros, mobiliario o limpieza.
- Sostenibilidad: a mayor implantación del teletrabajo, menor consumo energético, menos atascos, menos contaminación y reducción de las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, disminución del estrés y mejora de la calidad de vida.
Por otro lado, entre los riesgos o desventajas que puede tener el teletrabajo como modelo organizativo, están los siguientes:
- Desconfianza: para que la implantación del teletrabajo en una empresa proporcione resultados satisfactorios para todos es imprescindible contar con un clima de plena confianza y compromiso profesional entre todas las personas e instancias implicadas. La existencia de comportamientos o actitudes de desconfianza entre las personas aboca al modelo a serias amenazas de insatisfacción y fracaso.
- Aislamiento: trabajar en el domicilio conlleva una percepción progresiva de aislamiento por parte del profesional. A veces, ni las videoconferencias frecuentes, ni las llamadas de teléfono constantes, ni las reuniones en remoto consiguen hacerlos sentir que están integrados con sus compañeros y con la cultura de la empresa. Con cierta frecuencia, este ‘sentimiento’ también afecta a directivos, responsables o jefes de proyecto, que ven como la distancia emocional con sus equipos crece, con la consiguiente aparición de dudas o recelos interpersonales.
Finalmente, las personas que deseen participar en esta modalidad, deben contar con un conjunto de aptitudes y actitudes necesarias para sostener un desempeño adecuado en el ejercicio profesional. A continuación, se presentan algunos a modo de ejemplo:
- Proactividad en la realización de las tareas.
- Disciplina para el cumplimiento de todas las actividades laborales y extralaborales, sin que unas interfieran con el cumplimiento de las otras.
- Compromiso con el cumplimiento del trabajo
- Constancia para el logro de los objetivos
- Responsabilidad con el cumplimiento de las actividades
- Ética personal y profesional.
- Honradez, en la presentación de sí mismo y de un portafolio de servicios reales.
A modo de reflexión, se concluye que el teletrabajo no es una opción desesperada e improvisada adoptada por las organizaciones en tiempos de pandemia, sino una estrategia organizativa flexible que conlleva notables cambios con enorme influencia en la gestión, en la productividad y en los estilos de vida personal. Trabajar ya dejará de equivaler a “calentar el asiento en la oficina”.
Elizabeth Pacheco Matencio
Supervisor de Auditoría
Russell Bedford Perú